Voy a contaros la historia de cómo me convertí en persona.
No como castigo a nada solo porque me apetece hacerlo, me apetece explicar la
historia de cómo pase de ser un pequeño espermatozoide en un mundo lleno de
ellos al elegido para fecundarla, y así ser yo.
Como toda historia esto tiene dos versiones, me acuerdo
perfectamente de las dos, pero tranquilos que hay tiempo, así que empezare por
como fecunde el ovulo. Por supuesto obviare como se conocieron mis padres, y
como copularon, solo contare lo que yo viví, que no quiero ser un Ted Mosby de
la vida.
Todo empezó en los huevos de mi padre, donde nací, por
suerte nací después del gran exterminio conocido como la paja silenciosa. Os
explico, la paja silenciosa fue la que le hizo mi madre a mi padre para que se
callara un rato y dejara de pedir follar.
A lo que iba, después de ese exterminio nací yo y unos pocos
millones de espermatozoides más. Allí durante mi juventud de más o menos unas
horas crecí, pase de ser un bebe espermatozoide a un espermatozoide hecho y
derecho.
La cuestión es que pasados unos días, cuando ya había perdido
la esperanza de que pudiera salir de allí, de los huevos de mi padre, y
pensando que moriría solo y viejo, paso algo, hubo frungimiento espectacular,
lo sé porque había mucho movimiento.
La cuestión es que estando con unos amigos, salto la alarma,
así que todos corrimos a casa para coger el kit de supervivencia por si acaso
esto era un aventura y no un exterminio.
Ahora sé que la llegada al ovulo es un camino largo, pero en
aquel entonces lo poco que sabíamos es que saldríamos de allí, pero no sabíamos
nada más. En la escuela cuentan leyendas de algunos que han vuelto, que dieron
marcha atrás, pero no dejan de ser eso, leyendas.
La cosa es que sonó la alarma y me equipe. Ya te puedes
imaginar que bonico iba, un cabezón con gorro, y mochila, pero bueno, entonces después
del sonido de la alarma, según nos habían contado en la escuela tocaba salir
corriendo para pillar la mejor posición de salida.
No os lo voy a negar, nunca he sido el más rápido, así que
llegue tarde, de hecho me posicione en la última gota. Así que aprended esta lección,
no siempre hay que ser el más rápido.
En la cola vi como en un momento salieron todos mis
hermanos, los primeros salieron a cuentagotas, la segunda oleada que fue la
gorda salieron a chorro, y por ultimo nosotros, las últimas gotas donde salimos
unos pocos rezagados.
Yo por suerte, logre entrar dentro del coño, tuve suerte,
algunos de mis compañeros acabaron en otros lugares.
Entonces ya dentro del coño, y con unos pocos de millones
menos de hermanos, emprendí el camino que me llevo al ovulo. Esto no es una
carrera en sí, esto es supervivencia, es un maratón, por lo que hubo gente que empezó
fuerte a subir por las paredes vaginales, pero cuando llegaron arriba estaban
cansados. Vamos que llegamos pocos, mal avenidos y muy cansados.
No lo negare nunca, son tiempos duros, hay peleas, de hecho
vi una gran pelea de dos cabezones dándose de ostias, al final los dos acabaron
cansados y yo me lleve sus provisiones.
Lo mejor de todo es que cuando llegas a las trompas de Falopio
te dejan una bici, y aquí otra vez igual, todo el mundo a ver quién corre más, así
les pasa que no llegan ni a la primera curva.
Yo como siempre he sido muy perezoso, no dude en atar mi
bici a la de otro, lo que me vino bien porque reserve fuerzas y me quite a un cabezón
del medio.
Cuando se cansó y se dio cuenta sus fuerzas ya no le dejaban
venir a atacarme, por suerte me encontraba a escasos milímetros del ovulo, y
solo tenía a dos adversarios por delante, pero se veían muy cansados, y la
verdad es que yo llegaba bastante fresco y con casi todos los recursos
intactos. Así que utilice la táctica mete mierda, con estos dos que además resultaban
ser amigos míos cuando estábamos en los huevos. Así que desde la distancia
grite, “Cabezoncio I te ha llamado flocucho Esperma MCIII” así que Esperma
MCIII se giró y le comenzó a dar de ostias a lo que yo aproveche e hice el
sprint final.
Llame al timbre del ovulo, pero no habrían la puerta, y
entonces me puse a contar anécdotas de mi estancia testicular, yo escuchaba
risas, y al final solté un “Vilma abre la puerta”, a lo que el ovulo se abrió y
lo fecunde, pero eso es otra historia, que ya os contare, al igual que ya os
contare porque el ovulo me abrió la puerta.
Recordad que de toda historia siempre hay dos versiones o más,
y esta tan solo acaba de empezar.
-Alex
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