¿Por dónde iba? Ya lo sé, cuando llegue al ovulo y este se abrió,
pero hasta ese momento, había dos historias muy diferente que confluían, ahora
os contare como el espermatozoide me fecundo, o como me convertí en el ovulo
que fue fecundado. Vamos que os contare la historia de cuando era ovulo y
punto.
¿Cómo empezó todo? Pues en los
ovarios, en otro sitio no podía empezar, la cuestión es que los ovarios no son más
que una máquina de esta de premios que coges con un gancho, si tienes suerte te
llevaras el premio, sino pues acabaras en la senda roja. La cosa es que durante
mucho tiempo, muchísimo, los óvulos nos relacionamos entre sí, éramos un huevo,
pero yo tenía con muy poco relación. Uno de ellos tuvo la suerte o desgracia de
ser el primero en salir, el que estreno la senda roja. Y así poco a poco fui
perdiendo amigos, muchos perdí, hasta que el gancho me dijo, tú ya estás listo
y me saco de allí. Yo pensaba que sería otro más de los que van por la senda
roja, pero no en mitad del camino me encontré a un espermatozoide, muy cabezón él
y una cola increíblemente larga.
Yo como no me esperaba encontrarme
con nadie de camino a la senda roja, pues me quede un poco chocado, no sabía qué
hacer, principalmente porque no hay una escuela donde te enseñen a ser ovulo. Más
que nada porque pocos llegamos a ser elegidos, yo por suerte lo fui.
Pues estaba delante del
espermatozoide, y este se paró frente de mí y me toco. Yo no sabía qué hacer,
solo podía escucharle como me contaba cosas.
Me conto que durante la su estancia
en los testículos una vez le cogieron de la cola y le comenzaron a dar vuelta
sus colegas, que parecía un ventilador. O que entrenaban dándose cabezazos
entre ellos. Casas tan vulgares pero tan divertidas que no pude no reírme, y ya
el colmo fue cuando dijo “Vilma, Abre la puerta”, allí me descojone tanto que
me paso algo muy raro y fue como que me abrí. Nunca me había pasado eso, pero
el muchacho entro, la cosa es que se dejó la cola fuera. Simplemente era una
cabeza bastante grande dentro de mí. Entonces me cerré, y como que implosiones,
y ya no tengo más recuerdos de ser ovulo, a partir de ahí, tengo como una
memoria compartida, que es la que tengo ahora, ya no tenía mentalidad de ovulo,
ni mentalidad de espermatozoide, solo tenía mentalidad de gilipollas, vamos
como ahora.
Yo aquí todavía no me consideraría
persona, tan solo era una bolita pequeñita, que se iba partiendo y partiendo, y
arrejuntándose, pero eso es otra historia, que puede que os cuente más
adelante.
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